jueves, 27 de noviembre de 2014

Educación y labor docente



Cuando aparecen los problemas relacionados con la marcha educativa de un niño o niña, nos encontramos con una amplia gama de factores que influyen en su realidad y ante los cuales no sirve una respuesta simplista, ni recurrir a etiquetas fáciles (y en muchas ocasiones nocivas) como el TDAH o problemas cognitivos, ni centrarnos única y exclusivamente en su dificultad con ciertas materias.
Es necesario procurar poner en marcha una serie de medidas conjuntas encaminadas a normalizar la situación para garantizar el bienestar del alumno y, por su puesto, la mejora de su rendimiento académico. Y esto ha de partir, desde luego, del conocimiento profundo del alumno o alumna en cuestión; sus preocupaciones, inquietudes, intereses, estado emocional, problemas y habilidades.

Al tratar cuestiones educativas, se puede caer en el error de intentar elaborar (o recurrir a) recetas generales que solucionen los problemas puntuales de cada uno de nuestros educandos. Sin embargo, es necesario recordar que, debido a su carácter social y humano, la tarea docente es compleja. Quien no esté dispuesto a aceptar esta realidad, puede comenzar a buscar otra profesión.
Cada persona tiene su propia idiosincrasia, personalidad, forma de entender el mundo y manejarse en el mismo, y como docentes, debemos procurar comprender ese mundo, analizarlo y dar una respuesta adecuada al mismo; hacer que el educando explote sus capacidades al máximo, que sea el propio sujeto de su aprendizaje y que encuentre poco a poco su realización personal.

Entonces, ¿no existe ninguna pauta "general" que pueda resolver algunas de las cuestiones más básicas del proceso enseñanza-aprendizaje, o al menos, nos sirva como punto de inicio?
En realidad, sí. Y esa pauta puede resumirse en algo muy sencillo, conocido, pero no siempre llevado a la práctica de la mejor forma: la atención individualizada. Tanto padres, madres, profesores del sistema educativo, como cualquiera de las personas que hacemos educación, debemos tener en cuenta el amplio significado que encierra la atención individualizada. No podemos reducirlo a resolver las dudas académicas que tenga un educando en concreto, o explicarle ciertos contenidos con ejemplos que atiendan a sus preferencias; esto ayuda, porque el aspecto motivador a la hora de presentar los contenidos es básico. Pero se trata de ir más allá.

En uno de sus temas, Standstill cantan: "yo sólo necesito cariño, respeto y atención". Estas tres palabras pueden ser las claves básicas que deberían guiar nuestra práctica docente, la "pauta general" sobre la cual cimentar nuestros métodos didácticos. Un profesor de bien añadiría "y también se necesitan contenidos profundos y numerosos", lo cual ya se da por entendido y no se desprecia en absoluto. Pero la labor educativa, humana e integral que debemos procurar a cada educando, no puede quedarse en eso. Debemos ayudar a que el alumno o alumna construya su mundo, siendo honesto consigo mismo, aprovechando sus inquietudes y habilidades; y para eso debe conocerse en profundidad, con lo cual, debemos atender a su persona, ayudarle a comprender, a construir un sentido crítico y personal, escucharle y procurarle las herramientas que le sirvan para allanar su propio camino.

Cambiar nuestra mentalidad como educadores será el primer paso para modificar a nuestros educandos. Trabajar a diario en conocer, atender, escuchar y responder al alumnado, será la mejor base metodológica, y el ejemplo, la mejor herramienta didáctica.

Si entre los agentes educativos (familia, escuela y profesionales de la educación) se establece un diálogo continuo encaminado a transformar y no sólo a poner parches, conseguiremos muy probablemente, aumentar el bienestar de los educandos, ayudarles a encontrar su espacio personal en la existencia y desarrollarse de forma íntegra, superando los obstáculos con mayor facilidad, o al menos, con mayor sentido.




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